Estoy seguro de que has oído o leído algún que otro comentario o noticia sobre “la guerra del pasivo”, por el contexto está claro que se refiere a los bancos, y si lees con atención te quedará claro que se refiere a la guerra que mantienen las entidades financieras por captar los ahorros del público en general.
Iremos por partes, lo primero es definir el pasivo. Con dos pinceladas de contabilidad, os puedo decir que normalmente los activos de una empresa suelen ser sus bienes y derechos y el pasivo sus deudas u obligaciones. En un banco, nuestros ahorros, el dinero que depositamos en ellos, son para dicho banco un pasivo, es decir, tienen la obligación de devolvérnoslos cuando los solicitemos, es otras palabras, es dinero que le estamos prestando al banco. Así pues, lo que para nosotros es un activo, para el banco es un pasivo.
Por tanto, y volviendo al principio, cuando se habla de guerra del pasivo se está aludiendo a la competición frenética entre entidades para captar nuestro dinero.
Dicho esto, las entidades diferencian el dinero que entra nuevo (ya sea que lo tengamos en otro banco, en casa o lo acabemos de recibir de una lotería, herencia o venta de alguna propiedad), del que ya tenemos en el banco, al primer tipo de dinero lo llaman "dinero nuevo", y es al que dirigen sus esfuerzos para conseguir atraer con sus ofertas de rentabilidades y productos de inversión y ahorro. Usualmente al "dinero nuevo" le dedican productos con rentabilidades superiores a las que ofrecen para el dinero que ya tenemos en el banco, pues de alguna manera están premiando nuestra voluntad de confiar y aumentar nuestros ahorros.
¿Cómo captan nuestro dinero?